Capítulo 7

El invierno era frío y el trabajo duro. Los animales se cansaban mucho. En la granja se acababa la comida.

Decidieron vender los huevos (cuatrocientos huevos cada semana) para comprar grano y productos. 

Las gallinas anunciaron un boicot. Pero cinco días después se rindieron. 

A principios de la primavera, en la granja comenzaron a hablar de que cada noche venía Snowball. Robaba grano, derramaba la leche de los cubos y hacía muchas más cosas malas. Los animales estaban preocupados y no dormían bien.

Napoleón y sus perros buscaban a Snowball. Pero no lo vieron ni una vez. 

Un día, Squealer informó:

—¡Camaradas! Tengo malas noticias. Snowball es un traidor. Era el agente secreto de Jones. Ahora sirve al granjero Frederick, de Pinchfield.

—No lo creo —dijo Boxer—. Snowball peleó valientemente en la Batalla del Establo. Yo mismo lo vi. ¿Y recordamos cómo le dieron la medalla “Héroe Animal, primer grado”? ¿O no fue así?

—Ése fue nuestro error —contestó Squealer.

—Pero estaba herido —dijo Boxer—. Todos vimos la sangre. Yo no creo que Snowball nos traicionó desde el principio. En la Batalla del Establo era un buen camarada.  

—Nuestro Líder, el camarada Napoleón, dice que Snowball era el agente de Jones desde el mismo principio.

—¡Pues entonces es otra cosa! —dijo el Boxer—. Si el camarada Napoleón dijo esto, entonces así es.

—¡Es verdad, camaradas! —gritó Squealer—. Mantened los ojos y los oídos abiertos. Los agentes de Snowball pueden estar entre nosotros también.

Cuatro días después, Napoleón reunió a todos los animales en el patio. Los perros de Napoleón arrastraron a cuatro cerdos a los pies del Líder. Dijeron que estaban todo el tiempo en contacto con Snowball. Ayudaron a Snowball a destruir el molino.

Cuando los cerdos terminaron de hablar, los perros los mataron.

—¿Quién más quiere contar la verdad sobre sí mismo? —preguntó Napoleón. 

Tres gallinas se adelantaron y dijeron que a veces ven a Snowball en sus sueños. Y les aconseja no escuchar a Napoleón.

Los perros mataron a esas gallinas. 

Hicieron lo mismo con un ganso y tres ovejas. 

Todos estaban callados. Finalmente, Boxer dijo:

—No entiendo nada. Tal vez, hemos cometido un error en algo. Ahora debemos trabajar aún más duro. Voy a levantarme una hora antes.

En ese momento, la yegua Clover pensó: “No hay que decir lo que piensas. Es peligroso. ¿Pero es esto lo que soñábamos?”

Comenzó a cantar la canción “Bestias de Inglaterra”. Otros animales también cantaron. Pero despacio y tristemente. 

Pero vino Squealer y dijo que no se podía cantar esa canción.

—¿Por qué? —preguntaron los animales. 

—Porque esa canción es vieja. La cantamos durante la rebelión. Ahora esta canción no es actual —respondió Squealer. 

El poeta Minimus compuso otra canción: 

—Granja Animal, Granja Animal, 

¡El coro unido canta sobre su felicidad!