Capítulo 6

Todo ese año, los animales trabajaron mucho y muy duro. Pero estaban felices. Porque trabajaban para ellos mismos y por el futuro de sus hijos.

Había muchos problemas en la construcción del molino. Por eso el molino se construía despacio.

Boxer trabajaba más que los demás. Cuando era muy difícil, repetía sus lemas: “Trabajaré más fuerte” y “Napoleón siempre tiene razón”. 

Un domingo por la mañana, Napoleón anunció una nueva política. “Granja Animal” comenzaba a negociar con las granjas vecinas.
—Esto no es comercio —explicó Napoleón—. Necesitamos dinero para comprar materiales y herramientas.

Los animales recordaban bien una de las reglas del animalismo: no tener dinero. Pero Napoleón dijo:

—No vamos a contactar con los hombres. Cada lunes, el señor Whymper visitará la granja. Ese abogado será el intermediario entre la granja de animales y el mundo de los hombres. 

Napoleón cambió su título. Ya no era un líder, sino el Líder.  

Otro hecho sorprendió también a los animales. Los cerdos comenzaron a vivir en la casa y dormir en las camas. 

—¿Qué pasó con las reglas del animalismo? —se preocupaban los animales. 

Squealer explicó: 

—Los cerdos son el cerebro de la granja. Por eso nuestro Líder necesita comodidad. 

Y la pregunta sobre las camas para los cerdos ya no se hacía. 

Para el otoño construyeron la mitad del molino. Pero en noviembre se derrumbó. 

Napoleón explicó:

—Camaradas, es un sabotaje. Anoche Snowball destruyó el molino.

Napoleón prometió una medalla “Héroe Animal, segundo grado” y muchas manzanas por encontrar a Snowball.