Capítulo 3

Los animales trabajaron desde la mañana hasta la noche. Recogieron la cosecha dos días antes de lo que solía hacer el señor Jones. La cosecha era muy grande. Los animales estaban felices. Por primera vez trabajaban para ellos mismos, y no para el dueño. 

Boxer trabajaba muy duro. Cada mañana se levantaba antes que los demás. Boxer hacía el trabajo más pesado. Cada día se prometía a sí mismo: “¡Trabajaré más fuerte!” Ese era su lema.

Otros animales también trabajaban bien. Sin embargo, a la hermosa Molly no le gustaba levantarse temprano por la mañana. Y no le gustaba cuando había muchas piedras en el campo.

La gata salía durante varias horas. Y nadie sabía dónde estaba. Luego venía a comer o cenar y decía que tenía problemas. 

El viejo burro Benjamín no cambiaba. Hablaba poco y nunca se alegraba de nada. Cuando le preguntaron: “Benjamín,¿te gusta esta nueva vida?”, se quedaba callado o decía: “Esperaremos y ya veremos”.

El domingo, los animales descansaban. Desayunaban una hora más tarde. Después, iban a la reunión en el granero. En verdad ahora la llamaban la asamblea. Primero levantaban la bandera. Era verde como los campos de Inglaterra. En la bandera pintaron una pezuña y un asta. Era un símbolo de la futura república de los animales. En la reunión planeaban el trabajo para la próxima semana, resolvían los problemas. Las soluciones siempre las daban los cerdos, los demás solamente votaban. 

Snowball y Napoleón participaban activamente en los debates. Siempre discutían el uno con el otro. 

Los líderes tenían su cuartel general. Trabajaban allí, y no en el campo o en la huerta. Snowball organizaba varios comités de animales. Tenía muchas ideas. Por ejemplo, una escuela para animales. Para el otoño, los animales, unos mejor y otros peor, aprendieron a escribir y leer.

A Napoleón no le interesaban los comités de Snowball. Dijo que prefería enseñar a los animales jóvenes. Napoleón cogió nueve cachorros de perro y los separó. 

Pronto, los animales vieron que sus líderes bebían mucha leche y comían muchas manzanas. Squealer explicó:

—¿Creéis que somos egoístas? No. Nos preocupamos por vosotros. Nosotros, los líderes, hacemos un trabajo intelectual. Bebemos leche y comemos manzanas para que nuestra cabeza funcione bien. 

Los animales coincidieron en que los líderes debían comer y beber bien para pensar bien. Entendieron que hay que cuidar a los líderes.