Pasaron los años. Solo Clover, Benjamín, el cuervo Moses y algunos cerdos recordaban la rebelión en la granja.
Muchos murieron. Jones también murió. Sus últimos días, vivió en un hospital para alcohólicos. Todos se olvidaron de Snowball. Clover envejeció. Napoleón engordó y pesaba ciento cincuenta kilogramos. Squealer también engordó. Solo el viejo Benjamín no cambiaba.
La granja se hizo más grande. Los cerdos y los perros decían que trabajan mucho. Los cerdos escribían en papeles todo el tiempo. Y decían que era muy importante.
El resto de los animales trabajaban duro en el campo. Comían poco. Hacía frío en invierno. Ni siquiera los ancianos podían recordar si vivían mejor o peor antes.
Pero estaban orgullosos de vivir en una granja donde los animales eran importantes, y no los hombres. ¡Y solo había una granja así en Inglaterra!
Un verano, sucedió algo inexplicable. ¡Los cerdos empezaron a caminar sobre dos patas! Y Napoleón salía al patio con un látigo. Las ovejas empezaron a cantar otra canción:
—¡Cuatro patas es bueno, dos patas es mejor!
Clover le preguntó a Benjamin si cambiaron las siete reglas del animalismo. Benjamín miró a la pared del granero.
Todo era igual que antes, excepto por una regla: “Todos los animales son iguales. Pero algunos animales son más iguales que otros”.
Ahora a nadie le extrañó cuando los cerdos compraron radios y teléfonos. Napoleón vestía la ropa de Jones y fumaba.
Una semana más tarde, vinieron de visita los hombres de las granjas vecinas. Los animales no sabían a quién temer más: a los cerdos o a los hombres.
Por la noche, Clover y otros animales miraron por la ventana de la casa. Se preguntaba qué podían hacer los animales y los hombres juntos.
En el comedor, los granjeros y los cerdos estaban sentados en la mesa. Bebían cerveza y jugaban a las cartas.
El señor Pilkington, de Foxwood, dio un breve discurso. Lo terminó así:
—¡Tenéis animales trabajadores, y nosotros tenemos clase trabajadora!
A todos en la mesa les gustó ese juego de palabras.
Napoleón también quería decir unas palabras. Habló sobre su deseo de cambiar el nombre “Granja Animal” por “Granja Señorial”. Porque ahora tenía el estatus de señor. También decidió quitar el asta y la pezuña de la bandera.
Clover miró por la ventana, y no podía entender quiénes eran los hombres y quiénes los cerdos. Porque se parecían tanto los unos a los otros…