EL COVID-19

No voy a hablar de las consecuencias que ha provocado el virus en la sociedad actual, ni de los fallecidos, ni de las personas que han perdido su trabajo por culpa del confinamiento; sino de las cosas positivas que nos ha enseñado.

Antes del virus, vivíamos en nuestro mundo sin que nos importaran los demás, el medio ambiente o los animales. Antes los pájaros no podían cantar alegremente debido al ruido de los coches y las personas. Esos pobres pájaros vivían con miedo y sin libertades.

Antes del confinamiento, había mucha contaminación de todo tipo. Las fábricas e industrias ensuciaban los ríos y el aire que respiramos.

Antes del confinamiento no éramos conscientes de la importancia de la libertad, vivíamos sin valorar muchos aspectos básicos como comer en un restaurante, salir con los amigos, hacer deporte al aire libre o abrazar a nuestros seres queridos. (Hay un dicho muy famoso en España que dice: Uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde). Gracias al virus hemos dejado que los pájaros canten libremente, que puedan volar muy alto sin que la contaminación les moleste, y busquen comida y pareja sin problemas. El confinamiento nos ha dado la posibilidad de ver y escuchar a los pájaros que conviven con nosotros en las ciudades y disfrutar de sus bonitos cantos.

Gracias a esta situación, hemos podido ver el cielo muy claro, los bosques muy verdes y los ríos muy limpios. El medio ambiente respira por primera vez después de muchos años sufriendo a causa de las personas irresponsables.

Por primera vez en mucho tiempo hemos podido respirar aire puro en la ciudad, a disfrutar del silencio de las noches y ver las bonitas estrellas.

Consecuencias positivas del Covid-19 en nuestra vida.

Creo que hay que ver este problema como una oportunidad única de conocernos más a nosotros mismos, y probar cosas nuevas con el objetivo de ver que es lo que realmente nos apasiona. Esto es una oportunidad de mejorar nuestra relación con la gente que queremos, de acercarnos a ellos, ver como se encuentran y decirles lo mucho que les queremos.

También supongo que deberíamos entender que la vida es demasiado corta como para estar tristes y deprimidos por cosas no tan importantes y, sobre todo, aprender a perdonar y seguir adelante. Hay que saber que cada día es una oportunidad nueva para corregir nuestros errores y avanzar, pero también es un día menos de nuestra vida, así que no perdamos el tiempo.

Nuestros antepasados han luchado mucho para conseguir la libertad que tenemos, han sufrido el egoísmo de la gente, han pasado por momentos de hambre e injusticia. Por eso debemos de valorar mucho más esa libertad sin dañar a las otras personas, pues como ya sabéis la libertad de uno acaba donde empieza la del otro.

En resumen, en el confinamiento hemos aprendido a valorar lo que tenemos, a preocuparnos más por nuestra familia y amigos y, sobre todo, a querernos mucho más; pues la vida no dura para siempre y hay que vivirla con una sonrisa en la cara.